Varios activistas de la comunidad LGBTQ son perseguidos y algunos han sido asesinados. Listas negras y una historia de odios y temores.
Cuando en julio Elena Grigorieva vio en una web homofóbica su nombre en una lista de homosexuales que debían ser eliminados, esta militante de San Petersburgo no se tomó la amenaza en serio. Tres semanas después fue asesinada.
El grupo, llamado Pila (Sierra) -en referencia a la película de terror “Saw”- prometió en su web “pequeños regalos muy peligrosos y crueles” a varios activistas LGBT.
“Solo es una amenaza, no es así como se cometen los crímenes”, escribió en Facebook Elena Grigorieva, de 41 años, a principios de este mes, un mensaje acompañado de una captura de pantalla de la web.
El 21 de julio, el cuerpo de Grigorieva fue encontrado entre unos arbustos cerca de su casa en San Petersburgo, con cuchilladas en el rostro y la espalda.
Su muerte horrorizó a la comunidad homosexual de Rusia, aunque sus familiares apuntaron que nada permite de momento vincular el asesinato con las amenazas de muerte que recibió.
Por su parte la policía rusa no parece considerar la homofobia como una razón para el asesinato y sugiere que la activista fue atacada por alguien con quien estaba bebiendo.
Tras el asesinato, la policía arrestó a un sospechoso y en un comunicado se refirió a un “conflicto personal” y al estilo de vida “asocial” de Grigorieva, que “bebía a menudo”.
Posteriormente el hombre fue liberado y se anunció el arresto de otro sospechoso.
La web de Pila permaneció activa un año publicando nombres y fotos de los “acusados” y prometiendo “recompensas” a los que los atacaran. En julio fue bloqueada a petición de un activista de Ekaterinburgo.
Los activistas por los derechos de los homosexuales en Rusia están acostumbrados a la hostilidad, la violencia y, a veces, el asesinato.
Pero la situación actual supone un paso más allá.
“No sé quiénes son estas personas. Pero para mí es significativo que las personas con estas ideas en la cabeza vivan entre nosotros”, dijo a la AFP Mijaíl Tumásov, cuyo nombre también aparecía en la lista de Pila.
“A mucha gente realmente le gustaría hacer todo aquello con lo que Pila nos amenaza. Les parece que matar gente por su orientación sexual no solo es normal sino también noble”, apuntó.
Las autoridades no hacen prácticamente nada para oponerse a esta idea, lamentó el activista Igor Kochetkov, quien desafió directamente a la policía en un mensaje en internet: “Si crees que personas como nosotros no son dignas de ser protegidas , búscate otro trabajo”.
“Pila es peligroso porque propaga el odio, inspira a las personas a cometer crímenes reales”, dijo Alla Chikinda, portavoz del Centro de Apoyo LGTBQ de Ekaterimburgo, que, como otras organizaciones, ha recibido amenazas.
Al igual que otros activistas, Chikinda trata de minimizar las amenazas de Pila, pero su organización ha instalado cámaras de vídeo vigilancia en sus instalaciones.
En Rusia, la homosexualidad fue considerada como un crimen hasta 1993 y como una enfermedad mental hasta 1999.
Si bien hay comunidades homosexuales activas en las principales ciudades del país, la atmósfera es más tensa desde que Rusia adoptó en 2013 una ley que prohíbe la “propaganda” gay a menores.
En la reunión del G20 en Osaka (Japón) en junio, el presidente ruso Vladimir Putin -que puso la defensa de la familia y de los “valores tradicionales” en el centro de su política- aseguró que los derechos de los homosexuales son respetados en su país.
Sin embargo, también ironizó sobre los países occidentales donde “han inventado cinco o seis géneros”.