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pasado 28 de julio fue el Día mundial de la hepatitis
Hablemos de la hepatitis A: Nunca, desde los años 90, se había visto un brote tan fuerte como el que se vivió en España hace dos años, y que aún colea. Un brote que, para colmo, venía de una copa de virus particularmente agresiva y que coincidió con un desabastecimiento generalizado de vacunas por falta de suministro.
Pasemos a la hepatitis B, una enfermedad de transmisión sexual altamente contagiosa, que está repuntando debido a la moda de practicar sexo sin preservativo. Practicar sexo sin preservativo con una persona que no haya sido recientemente testada y con la que no se mantenga una relación de mutua exclusividad es suicida. Y si bien se cree siempre que es la hepatitis B la que se transmite vía sexo, la A también se puede contagiar a través de relaciones sexuales, porque el virus se propaga vía sangre. Si usted tiene una llaga en la boca o practica el sexo anal, es fácil que se infecte.
Vayamos a la hepatitis C. En el mundo millones de personas tienen hepatitis C y no saben que tienen la enfermedad. Se trata de una enfermedad transmisible que tiene un elevado riesgo de progresión y complicaciones. A mí no me va a pasar. ¿Seguro? No cante usted victoria. La prevalencia de la enfermedad resulta a veces de difícil cálculo. O sea, quizá 50.000 sea una cifra muy baja, dado que en muchos casos la hepatitis C se manifiesta de forma asintomática y por lo tanto es de difícil diagnóstico.
Las hepatitis virales se consideran una «epidemia silenciosa», porque la mayoría de las personas desconocen que están infectadas y, a lo largo de décadas, desarrollan lentamente la enfermedad. Para cuando se dan cuenta, la cosa es irreversible. Y ya han contagiado a mucha gente.
Las enfermedades de transmisión sexual han aumentado en general en los últimos años. La cada vez mayor eficacia de los tratamientos contra el sida ha contribuido a que se relativice la importancia del preservativo. Se ha producido un incremento de la incidencia de hepatitis A y B, de gonorrea, y de sífilis, del papiloma humano, y de muchas otras enfermedades.
Muchas personas ya no consideran el condón necesario en sus relaciones, aunque tengan múltiples parejas. Es la mayor barbaridad que una persona –tenga la orientación sexual que tenga– se puede plantear.
Vivimos en una época en la que estamos obsesionados con la nutrición y el fitness a niveles nunca vistos. ¿Cómo puede ser que esté tan de moda la frasecita de «me cuido» y que luego uno de cada tres personas no use preservativo en sus relaciones sexuales? ¿Cómo puede ser que casi la mitad de los jóvenes de entre 15 y 29 años reconozca haber mantenido relaciones sexuales sin preservativo? Cuidarse no significa estar buenísimo.
Cuidarse implica pensar en uno mismo para estar bien. No cargar con mochilas que no nos pertenecen, disfrutar de las cosas, no juzgarse con crueldad ni a uno mismo ni a otros, tener paciencia. Y aprender a decir no sin sentirse culpable. Por lo tanto, te lo recuerdo, aprovechando que el pasado 28 de julio fue el Día mundial de la hepatitis: si te ofrecen sexo sin preservativo, di no. Y no te sientas culpable.