Walter Gutiérrez, el reciente defensor del pueblo, mostró su desacuerdo con la propuesta del cardenal Juan Luis Cipriani sobre realizar un referéndum para que la población manifieste si se encuentra a favor o en contra de la unión civil homosexual y la distribución de la píldora del día siguiente.
“Los derechos no se pueden someter a un plebiscito, referéndum. Yo respeto muchísimo al cardenal, (pero) estos temas tienen que discutirse, debatirse. Es su punto de vista, yo no lo comparto”, expresó en una entrevista.
Sobre estos puntos, coincidió con las posturas de los congresistas oficialistas Carlos Bruce y Alberto de Belaunde y Javier Velásquez Quesquén, quienes también le recordaron a Cipriani que los derechos humanos no pueden ser sometidos a un referéndum.
La polémica propuesta la hizo el cardenal en su programa de los sábados en RPP, Diálogos de Fe.
“Que le pregunten al pueblo si quiere el matrimonio homosexual (…). Que hagan un referéndum, que consulten a la gente, a la más sencilla también. Que le pregunten a esa gente si quieren la pastilla del día después, que le pregunten”, expresó.
Señor Cipriani: su frívola propuesta de organizar un referéndum para preguntar al pueblo si quiere el matrimonio homosexual, constituye una vergüenza para el ordenamiento jurídico y el Derecho Natural, que ni siquiera un monaguillo podría plantear.
En primer lugar señor Cipriani, el referéndum solo tiene naturaleza política. Es el sometimiento al voto popular de leyes o decisiones políticas. De esto se infiere que los principios del Derecho Natural JAMÁS pueden ser sometidos a consulta para que una sociedad decida si la Ley Natural pueda modificarse o no.
El Derecho Natural, por si no lo sabe, es el cuerpo de leyes absolutas, eternas e inmutables, establecidas por la razón natural humana, contra los que no podría atentar autoridad alguna. Al desdoblarse en un aspecto subjetivo, originó los derechos inalienables e imprescriptibles, llamados individuales, y también derechos del hombre que las constituciones garantizan.
En consecuencia, nada ni nadie puede enajenar, alterar o modificar los principios de la Ley Natural. Sin embargo Vd. está proponiendo que la sociedad decida si procede o no poner en vigencia la unión matrimonial antinatural. Su despropósito es el aberrado producto de una ignorancia supina. Porque ninguna autoridad y ninguna sociedad tiene poder suficiente para modificar las estructuras jurídicas absolutas del Derecho Natural.
Documéntese bien, antes de lanzar las promiscuas opiniones a las que está Vd. acostumbrado en sus desatinadas homilías.
Alejandro Cruzado Balcázar