En 2011, el arzobispo Robert Cunningham de la diócesis de Syracuse (Nueva York) estaba testificando contra otro sacerdote acusado de violar a un niño y dijo que el niño tenía parte de la culpa de ser violado:
El abogado preguntó a Cunningham si, a los ojos de la iglesia, un niño abusado sexualmente por un sacerdote ha cometido un pecado.
“El chico es culpable”, dijo Cunningham el 14 de octubre de 2011, de acuerdo con una transcripción de la audiencia. Más tarde, en la audiencia, Cunningham quiso retractarse de la declaración, diciendo que tendría que conocer qué papel jugó el niño: “Bueno, sin conocer las circunstancias por completo… ¿acaso el chico lo alentó, o consintió de alguna manera?”, dijo Cunningham.
Las declaraciones se conocieron hace dos días y han provocado indignación y peticiones para que Cunningham sea expulsado. En respuesta, el obispo convocó una rueda de prensa donde dijo que estaba tratando de explicar que él no sabía lo que pasaba en el corazón y la mente de una persona.
“Hice mi mejor esfuerzo para responder a preguntas y debo admitir desearía que algunas fueran diferentes”, escribió. “Me entristece leer el artículo y darme cuenta que mis palabras dieron impresión equivocada a las víctimas, sus familias y el pueblo de la diócesis de que creo que las víctimas de abuso tienen la culpa. Nada podría estar más lejos de la verdad“.
En la audiencia, Cunningham dijo, “el chico es culpable” y más tarde se refirió a las víctimas como cómplices.
Ahora que su puesto peligra, el arzobispo entiende (o dice que entiende) lo que es obvio para cualquier persona normal: que una víctima de violación no tiene ninguna culpa…