Después de 15 años juntos, el gestor de redes sociales Marcelo Serrano y el diseñador Wellington Pereti decidieron oficializar su unión, prevista para finales de 2019 pero anticipada en un año por el “temor” a un “retroceso” en los derechos LGBTI en Brasil tras la investidura del presidente electo, Jair Bolsonaro.
“Vivimos hace ocho años juntos, pero nunca tuvimos nada oficializado. Tenemos casa juntos, coche, cuenta bancaria y podemos perder todo lo que hemos conquistado en esos ocho años”, afirma a Efe Wellington.
El matrimonio entre personas del mismo sexo en Brasil es permitido desde finales de 2011 gracias a una decisión de la Corte Suprema y, desde 2013, el Consejo Nacional de Justicia publicó una resolución que garantiza la celebración de las uniones homoafectivas.
No obstante, según explica la Presidenta de la Comisión de la Diversidad Sexual y Género de la Orden de Abogados de Brasil, Maria Berenice Dias, dicha resolución no tiene fuerza de ley, por lo que podría ser anulada en caso de que el Congreso Nacional así lo aprobase.
“La presuposición de la resolución es la ausencia de ley, por lo que cuando entra en vigor cualquier clase de norma, se cae la jurisprudencia”, aclara Dias, quien, dado el “cuadro de Brasil” recomendó públicamente que las parejas homoafectivas anticipasen sus matrimonios por “precaución” ante las medidas que podrían ser aprobadas por el Gobierno que empezará el 1 de enero.
Después de la recomendación de Dias, Marcelo y Wellington se casaron a las prisas y abdicaron de una “fiesta completa”.
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“Ya pudimos ver el peso que la religión y las iglesias tendrán en el nuevo Gobierno” y “yo creo que la cosa puede quedar mucho peor después de la investidura” de Bolsonaro, comenta Wellington.
No obstante, la abogada Amanda Almozara ve una “connotación exagerada” por parte de la pareja, pues, explica, no sería “así tan simple” prohibir algo que es consecuencia de “una década entera en materia de reconocimiento de derechos”.
“Existe una absoluta inseguridad jurídica sobre el asunto”, pero “el reconocimiento del matrimonio homoafectivo ya es un hecho social”, afirma Almozara.
Más allá de la preocupación en el ámbito legal, muchas parejas temen también una escalada de la violencia contra este colectivo, que fue blanco de comentarios polémicos de Bolsonaro, líder de la emergente ultraderecha brasileña, como cuando dijo, en una entrevista de 2011, que prefería un hijo muerto “en un accidente” a uno gay.
En el país de Latinoamérica donde más se matan homosexuales, el año pasado, 445 personas fueron asesinadas o se suicidaron por homofobia en Brasil, una cada 19 horas, según el informe anual del Grupo Gay de Bahía.
“Mucha gente sigue muriendo por ser gay”, destaca Marcelo.