Nicole Kidman y Russell Crowe son los padres del protagonista de esta película, cuya orientación sexual rompe con sus creencias. Por eso deciden llevarlo a un centro de conversión gay para cambiar su identidad. La historia es real, Joel Edgerton se basa en unas memorias para contarla y sumergirse en estas “curas” permitidas en EE. UU. y en muchos países del mundo.
Para algunos, pretender “curar” a una persona homosexual es una aberración, es cuestionar una vida y equipararla a una enfermedad. Sin embargo, para otros, “curar” es una opción porque creen que la homosexualidad se elige, ergo puede tratarse y cambiarse con el tiempo o clínicamente, con terapias, médicos e incluso exorcistas.
Esta es la esencia de la película ‘Boy Erased’ que, por capas y de una forma muy delicada, trata el rol de la religión, los conflictos familiares y el amor, además del puritanismo y la obediencia. Todo condensado en un centro de reconversión heterosexual, apoyado por la Iglesia de Arkansas, al que debe acudir el protagonista Jared (Lucas Hedges) para no defraudar a sus padres.
Y es que este núcleo familiar, formado por el pastor Marshall (Russell Crowe) y la madre Nancy (Nicole Kidman), es bautista, pertenece a una comunidad religiosa y cree que todo en su vida es perfecto hasta el momento en el que su hijo de 19 años les confiesa su orientación sexual. Mientras Marshall se distancia y hace sufrir a Jared, toda la empatía es representada por Nancy, quien acompaña a su hijo y lo rescata de unas prácticas lideradas por un supuesto “salvador”, cuyo papel encarna el propio director Joel Edgerton. “No puedes nacer homosexual. Eso es una mentira. Es una elección”, llega a decir su personaje
En el centro, llamado Refugio o ‘Love in Action’, prima la religión, los teléfonos están prohibidos y hay que esforzarse por ser un hombre tradicional. Y sobre esto, la línea de la cinta es clara: hay un trauma, se da una violencia íntima, no explícita. Porque el protagonista, al que se le pide que borre su identidad, vive un conflicto personal y un debate sobre ser un buen o un mal cristiano solo por el hecho de ser homosexual. Pero por encima de eso hay un dolor que va más allá de Jared y que a otros les lleva al suicidio.
Esa es la sensación que sintió Garrard Conley; sintió que “sobrevivió” a estas terapias y al salir de ellas gracias a su madre decidió contar su versión de estos centros en ‘Boy Erased’. Conley, casi como Jared, tuvo que elegir entre ser “un buen hijo” o no ser nada, aunque eso le conllevó tener que “reconocer que estaba equivocado”. Solo que no pudo. Entre borrar lo que sentía y borrar esta experiencia se decantó por lo segundo.
Algo que trata, en otro tono, la película ‘The Miseducation of Cameron Post’ (2018), protagonizada por Chloë Grace Moretz. Su personaje, una joven huérfana cuya tía la obliga a ir a estos centros, se siente a disgusto, dice vivir en permanente “asco” porque no está siendo ella.
Según la película y según Conley, al menos 7.000 personas en Estados Unidos han sido llevadas a estas terapias, de forma voluntaria o forzada, y por un tiempo corto o por años. La creencia de que las personas LGTBI+ deben “curarse” aún existe, así como la idea de que este colectivo tiene más probabilidades de morir solo por su orientación, de acuerdo al relato del autor, que hoy recibe numerosos testimonios.
En esta postura, uno de los guiños de la película es la presencia del cantante Troye Sivan, que actúa y ofrece su voz en la banda sonora. Abiertamente homosexual, pretende ser un ejemplo para otros jóvenes que no se atreven a hablar o que han vivido esta experiencia, permitida no solo en EE. UU., sino en numerosos países. En Francia, por ejemplo, hay desde círculos religiosos a médicos que recetan ansiolíticos, pasando por curanderos que prometen sacar “demonios”.
En esta crónica también hablamos del festival BAFICI de cine independiente en Buenos Aires, cuestionado este 2019 por el gremio audiovisual; tratamos el rock ‘n’ roll, que ha alcanzado su nota más alta con una exposición de sus icónicos instrumentos en el Museo Metropolitano de Nueva York; celebramos los 30 años del superhéroe Batman y su resguardo de Ciudad Gótica; mientras que la nota musical la pone la artista franco-venezolana La Chica, cuyo imaginario es pura energía.