Yelena Mizulina, una senadora conservadora de Rusia con una trayectoria política de más de 20 años, señaló que permitir que los reclusos de las prisiones del país practiquen yoga podría “volverlos gays”. Los comentarios de la legisladora se dieron luego de que la Cárcel de Butyrka y el Centro de Detención para Mujeres en Moscú implementaran yoga para las reclusas.
Cuando Mizulina se enteró de que los centros penitenciaron llevaban a cabo esta práctica presentó una queja ante la Fiscalía General de la República y solicitó que iniciara una investigación sobre lo que genera el yoga en los reclusos.
En la queja que presentó, la senadora citó la supuesta “opinión experta” de un teólogo llamado Aleksandr Dvorkin, el cual afirma que el yoga “podría conducir a flujos incontrolados de libido y, en consecuencia, a relaciones homosexuales”.
De acuerdo con esta información, la senadora teme que los reclusos se vuelvan homosexuales, fenómeno que podría conducir a estallidos de peleas con reclusos profundamente homofóbicos, lo cual podría ocasionar motines.
Valery Maksimenko, jefa adjunta del Servicio Penitenciario Federal de Rusia, respondió a la queja señalando que la realización de yoga por parte de los reclusos no hará que nadie se vuelva gay.
“Nuestros estudios mostraron que las personas que practicaban yoga tenían significativamente menos problemas de salud. Tuvo un efecto muy positivo. La gente lo practica en todo el mundo y no tiene nada de malo. No hará que nadie sea gay. E incluso si pudiera, es un país libre donde todos tienen derecho a elegir el camino que elijan”, señaló
Aleksandr Dvorkin acusó que sus comentarios sobre la homosexualidad referidos en la queja de la senadora habían sido sacados de contexto, pues afirmó que sus argumentos se centraban en la “incompatibilidad” de las prácticas no estudiadas sobre el cristianismo.
Por su parte, Mizulina afirmó que el periódico que originalmente informó sobre esta historia se encargó de difundir “noticias falsas”. De acuerdo con informes de la prensa local, la senadora planea censurar la historia bajo las normas de una nueva ley de Rusia en contra de la difusión de información falsa.
