El término gay es un anglicismo, aunque algunos afirman que es de origen occitano.
Se dice proviene del vocablo provenzal gai (en castellano gayo) y significa alegre o pícaro.
También se dice provenir del francés gai, que deriva del latín gaius que quiere decir despreocupado, alegre y contento o del latín gaudium que quiere decir “gozo” de donde se formó el occitano gai, y luego derivó en la misma línea hacia el provenzal.
Se dice que alrededor del año 1500, la Casa de los Borbón, que gobernó Francia y España por alrededor de 200 años, desarrolló un gusto particular, en especial en Francia, por el lujo excesivo, la ostentación, el amaneramiento y los buenos modales (además de un gusto desmedido por las fiestas bacanales). De ahí que sus eternos rivales, los ingleses, vieran en sus costumbres ademanes patéticos y risibles que tacharían de alegres y muy femeninos, en síntesis muy gays.
Tiempo después, en la Inglaterra victoriana, el término gay pasó a aplicarse a los hombres que ejercían la prostitución homosexual por el modo alegre en que vivían y la forma en que se vestían.
Ya para los años 70’s el vocablo gay boy o chico alegre fue introducido por la comunidad gay de San Francisco y tomado como insignia para referirse a sí mismos dentro de los movimientos de liberación homosexual que se dieron en esta época dentro de los Estados Unidos.
Hoy día en países de habla hispana, gay se refiere casi exclusivamente al género masculino, sin aplicar a los demás miembros del grupo lésbico, gay, transexual y bisexual (LGTB). En algunos países también se usa para calificar al género femenino, aunque existe el término lesbiana, para evitar confusiones.
Si bien gay comenzó como un eufemismo con doble connotación, la palabra hoy día tiene una acepción positiva. Fueron los mismos gays organizados los que a través de las épocas popularizaron el concepto, robándole las connotaciones negativas y haciéndola un vocablo propio. Hoy por hoy, gay y homosexual son dos conceptos aceptados universalmente.