Las películas ‘Bohemian Rhapsody’ y ‘Rocketman’, biopics de artistas tan populares como Freddie Mercury y Elton John, recuperan un debate habitual entre el colectivo LGTB.
¿Por qué Hollywood es todavía tan reticente a mostrar escenas de cariño y sexo homosexual? No solo queremos historias sobre nosotros, también que muestren con orgullo nuestra sexualidad.
Nos encontramos en un momento clave en lo que a la representación del colectivo LGTB en el cine popular se refiere. Y no lo decimos tanto por el hecho de que la representación sea buena (que no lo es, al menos no habitual), sino porque lo que sucede ahora influirá en el escenario de los próximos años.
Disney y Marvel, por ejemplo, están planteando incluir personajes de la comunidad LGTB en sus proyectos más inminentes, pero es algo que llevan afirmando mucho tiempo (recordad Le Fou en ‘La bella y la bestia’) y nunca sucede. Tal vez el lugar al que relegar estos discursos sea su plataforma. De hecho, Disney+ producirá una teleserie inspirada en el universo de ‘Con amor, Simon’, la cinta sobre un adolescente homosexual que triunfó en 2019. Lo triste es que no podamos verlo en pantalla grande, la que atrae al gran público mayoritario.
En pleno debate sobre qué le pasa a Hollywood y al cine mainstream con la comunidad LGTB+, dos películas han llegado para echar leña al fuego. Ambas con sus más y con sus menos (una de ellas con bastantes menos), pero inspiradas a su vez en la vida de estrellas reales. Sabes de qué estamos hablando, ¿verdad?
Exacto, ‘Bohemian Rhapsody’, en torno a la figura del icónico Freddie Mercury, y ‘Rocketman’, biopic del no menos famoso Elton John. Con estos proyectos, la industria cinematográfica se enfrentaba a una prueba de fuego, ya que Mercury y John son cantantes queridos por todo el mundo, pero algunos obvian que pertenecen al colectivo LGTB+ bajo el argumento de “a mí no me importa con quién se acuesten, es su vida privada”. Todo mal. Cuando hablamos de famosos heteros, nadie evita su vida sexual, pero sí en estos casos.
Bohemian Rhapsody vs. Rocketman
‘Bohemian Rhapsody’ fue un éxito en taquilla y ha triunfó en la última carrera de premios con un Oscar para Rami Malek como mejor actor. Por eso ya se rumorea incluso que la película sobre Freddie Mercury, líder de Queen, podría tener una continuación, ‘We Will Rock You’. Sea como sea, lo cierto es que la producción recibió críticas muy tibias, pero es que prácticamente nació maldita.
En primer lugar, porque su director, Bryan Singer, ha sido acusado en múltiples ocasiones de violación y abuso de menores. Más tarde, porque el guion estaba escrito con el fin de obviar los episodios más incómodos de la vida de Mercury, como sus relaciones gais o su fallecimiento a causa del sida. Para el colectivo LGTB, ‘Bohemian Rhapsody’ no es solamente una película fallida, sino exactamente lo que no hay que hacer al acercarse a estrellas LGTB.
Menos de un año después del estreno de ‘Bohemian Rhapsody’ llegó ‘Rocketman’, la película alrededor del artista británico Elton John. Muchos pensaron que podría ayudar a expiar las culpas de la de Mercury (tanto que se han publicado muchos artículos de batallas para decidir cuál es la mejor), y ha sido ciertamente así.
Dirigida por Dexter Fletcher y protagonizada por Taron Egerton, ‘Rocketman’ no ha sido calificada solo como una película musical modélica, sino también alabada por mostrar con orgullo lo más disruptivo de la figura de John, en parte su sexualidad y sus relaciones sexuales con otros hombres. En ello cuestiona esa costumbre tan extendida del cine mainstream, la que mencionábamos antes: la cinta aborda la personalidad del artista, sí, pero además todo lo que hizo de él quién es hoy, y su condición sexual es clave.
La intimidad de los personajes LGTB
¿Qué podemos extraer de la comparación entre ‘Bohemian Rhapsody’ y ‘Rocketman’? Que la representación LGTB sigue siendo una asignatura pendiente, y no solo por la ausencia de guionistas, directores y personajes, sino por el tratamiento que se da de estos. No es que solo que los protagonistas LGTB sean casi inexistentes, es que cuando existen, se obvia de ellos una parte esencial: su sensibilidad, su intimidad.
Porque lo que molesta al establishment no es tanto que seamos LGTB, sino que violemos su modelo heteronormativo de vida. Que seamos gais, pero en casa, de puertas para adentro. Que nos acostemos con quien queramos, pero en nuestra habitación. Que nos besemos, pero no en la calle, porque no lo pueden ver los niños. Que no eduquemos en tolerancia, diversidad ni emociones, porque es ideología de género.
Párate un momento a pensar. ¿Cuántas películas del Hollywood mainstream, de las dirigidas al público mayoritario (no tipo ‘Call Me By Your Name’ o ‘¿Con amor, Simon’), recuerdas en que se muestren ya no escenas sexuales entre personas del mismo sexo, sino siquiera un beso?
Tal vez te den los dedos de una mano. Si hacemos un poco de memoria, podemos recordar que el primer beso gay que se vio en una serie de televisión fue en el año 2000, en Dawson crece, en una época en la que muchos de nosotros ya éramos adolescentes.
Fue gracias a Greg Berlanti, director de ‘Con amor, Simon’, y de otras ficciones como ‘Arrow’, ‘The Flash’ o ‘Supergirl’. Aquí estamos, casi 20 años después, reivindicando lo mismo. El colectivo LGTB no solo queremos nuestras historias, además que sean profundas, que no nos roben esa parte vital de nosotros.