Lo que comes antes de ir al gimnasio es casi igual de importante (o más) para que tu rutina de ejercicio no se transforme en una pesadilla para tus intestinos.
¿Unas deportivas con las que dejar a todo el gimnasio boquiabierto? Presente. ¿Toalla y jabón? Presente. ¿Fuerza de voluntad? Mejorable, pero presente. Todos estos elementos son necesarios para pisar el gimnasio y conseguir un pecho de acero o endurecer la espalda, esa parte del cuerpo tan complicada de ejercitar. Sin embargo, si pretendes llegar al final del entrenamiento con vida y presumir de cuerpazo en verano, vas a necesitar incluir una pequeña costumbre antes de cada sesión: comer.
Si bien este tip parece contraproducente si tu objetivo principal es perder peso, en realidad tiene mucho sentido: comer antes de cada entrenamiento no sólo hará que te sientas con una energía desbordante durante el mismo, sino que también evitarás que lo acabes como una hiena hambrienta lista para arrasar con su nevera y la de su vecino (lo cual haría que todas las calorías que has perdido durante tu sesión se vayan al garete). ¿Ves? Todo ventajas.
Sin embargo, no todo vale: hay que saber qué alimentos consumir y cómo hacerlo si quieres que sume puntos a tu rutina fit. La nutricionista napolitana Fabrizia Lellero tiene los quids de la cuestión: adaptar tu dieta pre-gym al momento del día en el que estás acudiendo (no es lo mismo ser el primero en entrar que el último en salir o ir al mediodía) y que estas comidas estén siempre equilibradas para que el cuerpo esté al máximo de cada uno de los nutrientes y no se exceda de proteínas, grasas o carbohidratos.
Lo que consumas también dependerá del tiempo y la intensidad de tus ejercicios, debido a que no gastas la misma cantidad de energía si vas al gimnasio media hora a andar a la cinta que una hora y media a hacer cardio, zumba y abdominales.
Aun así, la doctora Lellero adelanta lo siguiente: da igual que te sepas esta dieta mejor que la tabla de multiplicar del 1 si no te hidratas lo suficiente. “Lo más recomendable es beber 1 o 2 vasos de agua media hora antes de cada entrenamiento y también lo que se considere durante el entrenamiento, sobre todo si notas que estás sudando en exceso”, aconseja la nutricionista.
Si vas al gimnasio por la mañana…
Si eres de los que no desayuna por la mañana con tal de dormir cinco minutos más, empiezas mal la rutina. “Para no dañar la masa muscular, es obligatorio repostar el depósito humano”, determina la especialista. Ojo: también es muy importante saber cuánto tiempo le dedicas a desayunar y con cuánto tiempo de antelación lo haces, ya que los alimentos que consumas dependerán del tiempo que vas a tener para poder procesarlos y que la digestión no te juegue una mala pasada mientras haces el press de banca.
“Si desayunas, digamos, una hora antes de ir al gimnasio, toma 200 ml de leche de avena o de arroz, un zumo de naranja, 50 gramos de copos de avena y un puñado de almendras naturales”, detalla Lellero. Si quieres darte un chute de energía para la recta final de tu sesión, come un plátano en la media hora final de tu rutina, ya que te ayudará a contrarrestar la fatiga y a acabar los ejercicios con la misma energía con la que empezaste, además de mejorar tu capacidad pulmonar y fortalecer tus huesos. Oh, el potasio, ese gran amigo.
Si no tienes tiempo para desayunar porque cada minuto de tu vida es un frenesí sin límites, la doctora te recomienda mezclar un par de cucharaditas de miel de acacia con tu bebida energética o un té y un puñado de almendras. Para fortalecer el sistema, haz una comida tras acabar tus ejercicios que incliuya leche de avena o de arroz, copos de avena y plátano. Sea como sea, nunca pises el gimnasio con el estómago vacío ya que, aunque haya mitos que aseguren que es recomendable, puedes sufrir de hipoglucemia (en castellano, una bajada de azúcar), ya que tu cuerpo está arrebatandote tus reservas de nutrientes destinadas a las actividades cotidianas para poder llegar al final del ejercicio.
Si vas al gimnasio a la hora de comer o antes de cenar…
Si eres de los que prefiere ir al gimnasio a la hora de la comida (es decir, un masoca de manual) y entras al gimnasio sin haber comido nada, vas a querer arrasar con el supermercado de la esquina en la mitad de tu rutina. Para evitar dejar a todo tu barrio sin provisiones, cómete un bocadillo a media mañana. “Un yogur griego mezclado con 30 gramos de copos de avena y una pieza fruta o un puñado de almendras garantiza la inyección de energía necesaria para acabar tu entrenamiento sin ningún problema”, explica la nutricionista Lellero. La misma regla tienes que aplicar si haces ejercicio después de trabajar o estudiar pero antes de cenar pero con un pequeño twist: cambia la avena por un plátano.